Anoche, en el corazón del histórico Palacio de Pombo, sede del Real Club de Regatas de Santander, se tejió una de esas veladas que no se olvidan fácilmente. La música, que a veces tiene la delicadeza de un susurro y otras la fuerza de un abrazo, fue la protagonista absoluta. Carmen Bautista y Tite Fernández se entregaron al escenario con la verdad de quien canta desde dentro, y con la complicidad de quien sabe escuchar al otro.
El espectáculo, con nombre de canción eterna: “Toda una vida”, fue precisamente eso: un recorrido sensible por los caminos del bolero, la zamba, y esas músicas que no pasan de moda porque nunca han sido una moda, sino una forma de sentir. La interpretación de “Toda una vida” marcó uno de los momentos más emotivos de la noche, coreada con ímpetu.
Carmen, intensa y cercana, no solo cantó: invitó al público a formar parte del concierto, a romper la distancia entre artista y butaca, a cantar con ella como quien comparte un secreto. Su compañero de escena, Tite Fernández, demostró que a veces una guitarra basta para crear un mundo, y que en su voz cabe una orquesta entera. Juntos, forman un equilibrio que emociona y sostiene.

Hubo canciones que dejaron huella. “Mil besos”, de Ema Elena Valdelamar, fue dedicada con ternura al veterano bolerista Alberto Lemaur, fundador del trío Los Tres del Norte. Más tarde, “Me conformo”, de la cántabra, y siempre querida nuestra, María José García Castillo, nos recordó que la emoción también tiene acento pejino. La compositora, presente entre el público, vivió su obra con lágrimas que decían más que cualquier aplauso.

Y hubo más. Carlos Remón se sumó a la velada con su percusión precisa, elegante, que despertó el cuerpo sin apagar el alma. Entre boleros, tangos y zambas, resonaron también canciones como El Rey, que nos llevó por un instante a México, y “Quizás, quizás, quizás”, nos transportó a Cuba, y que el público coreó con entusiasmo.
Entre los asistentes, no faltaron rostros conocidos del ámbito musical regional, como miembros de Jueves de Boleros, y la propia María José García Castillo, que celebró cada nota como quien reconoce su casa en una melodía.

Quedaron temas sin sonar, claro, pero la historia no termina aquí. Este domingo, Carmen y Tite inauguran el XV Ciclo “La Novia del Mar” en el Auditorium Los Carabelas. Será una nueva oportunidad para volver a emocionarse, para cantar bajito y, quizás, volver a enamorarse un poco.

Porque anoche no fue solo música. Fue una manera de estar en el mundo: con los oídos atentos, el corazón abierto… y el alma afinada. Gracias por una noche envovente!